He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer.
No he sido feliz...
(Borges)
La autenticidad tiene un precio, y los que la adoptan saben que no se trata de difundir crònicas pesarosas , sino de actuar con dignidad, firmeza y honradez ante lo inevitable.
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Cuantas veces nos cruzamos con personas que hacer alarde de una felicidad que realmente no existe, una felicidad a base de mentiras, inventadas, por envidia ...etc..
Suele suceder que se crean un mundo,o mejor dicho necesitan creerse sus mentiras para creer en una falsa felicidad propia, que de por si no los lleva a nada...simplemente los deja vacios en todos los aspectos...
Pobre de aquel que relate su historia de vida, creandose cosas incoherentes, solo para saciar su necesidad de felicidad interna...pobre, porque si darse cuenta esta perdiendo el tiempo...el verdadero tiempo de la vida misma, y no llega a conocerse realmente y por ende no deja conocerse...pierde sin pensarlo, sin notarlo siquiera el verdadero sentido, placer, magia, aventura de la vida y de la felicidad...
La felicidad no siempre proviene de los grandes logros alcanzados, sino tambien de las sencillez de las cosas, como el amanecer al lado de la persona que amas, compartir unos buenos mates, recibir el llamado o mensaje de un amigo lejano, el abrazar a tu vieja luego de un tiempo sin verla, de conocer gente como "la gente", de salir a disfrutar del aire libre y que te agarre una lluvia torrencial y caigan piedras incansablemente sobre la cabeza de uno y llegar a la casa empapadas (cosa que nos sucedio...), el poder proyectar en compañia y llegar con ansias y orgullo a concluir esos proyectos...
La felicidad abarca tanto y en ocasiones dura tan poco...es cuestion de saber saborearla, de poder disfrutarla, de lograr encontrarla y no dejarla pasar y seguir quejandonos...o como muchas personas hacen....seguir envidiando a otros...
Marcelle Proust sostenia que las personas casi nunca dicen lo que sienten, por lo que no es arriesgado suponer que es intrìnseco al ser humano mostrar su contento y enterrar sus disgutos.
La mentira de ser feliz acrecienta conexiones fortuitas, pero jamàs una amistad con la que compartir las dos caras del devenir existencial: la risa y el llanto.
Ademàs puede aparecer el niño que declare ante los cortesanos "¡El rey està desnudo!", y desbarate asì todo simulacro, todo embuste, toda representacion lastimosa, que encubra la realidad y destape la endeblez de nuestra tambaleante condicion natural.
ViviVir
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